Maneras en las que el niño interno sabotea nuestra vida:

La siguiente información ha sido traducida del libro Home Coming – Reclaiming and Championing your Inner Child de John Bradshaw. El ejercicio de Niño Interior lo extrajo Louise Hay de él. Bradshaw es considerado el padre del término Niño Interior y un experto en la materia.

Nuestra estructura interna de niño crece sintiendo rabia no sólo por los demás o lo que le tocó vivir, sino hacia la estructura de adulto, es decir hacia nosotros mismos y esto siempre se va a traducir en un autocastigo. Nosotros mismos nos vamos a castigar, es lo que conocemos también como autosaboteo.

Entendemos entonces que cuando crecemos con sentimientos reprimidos, especialmente los de rabia y dolor, este niño interno herido y reprimido, contamina el comportamiento del adulto.

Y sólo hasta que nuestro niño sea reconocido, sanado y  defendido por nosotros mismos; que le demos seguridad y amor; él va a seguir contaminando al adulto.

Maneras en las que el niño interno sabotea nuestra vida:

1.- Co – dependencia: Convirtiéndonos en codependientes, producto de una pérdida de identidad. Un comportamiento codependiente indica que en la infancia sus necesidades no fueron satisfechas y por lo tanto él no puede saber quién realmente es.

2.-  Comportamiento ofensivo: De hecho el niño herido es responsable por mucha de la violencia y la crueldad en el mundo.  El adulto que es agraviador, agresivo, violento, es en la mayoría de los casos, el resultado de un niño indefenso que no ha resuelto su dolor, su sufrimiento y la propia violencia de la cual fue objeto o, también, producto de haber sido extremadamente consentidos, crecen sintiéndose superiores, creyendo que merecen trato especial.  Esta clase de individuos además no toma responsabilidad por su conducta, endosándole siempre la culpa a otros.

3.- Desórdenes narcisistas: Tienen dañado el sentido del yo soy. Siendo una persona narcisista y con un ego muy grande. Este es el niño que creció privado de amor y cuidado, y es esa persona con excesivas ansias de amor y atención.  Especialmente es en el área de las relaciones, en las que este niño contamina al adulto. No importa cuánto amor y atención reciban jamás será suficiente, jamás se sienten satisfechos, porque sus necesidades son en realidad las del niño, y un niño necesita a sus padres todo el tiempo.

4.- Problemas de confianza: Cuando los cuidadores no son dignos de confianza, por la razón que sea, el niño crece sintiendo que el mundo es un lugar hostil y peligroso y necesita vivir a la defensiva y tener el control, así nadie puede herirlos ni agarrarlos desprevenidos. Pero también puede ocurrir lo contrario, que el adulto sea una persona en extremo ingenua y confíe ciegamente en todos; justamente por esa necesidad interna de que el otro (quien quiera que sea) sea digno de confianza, porque sus padres no lo fueron.

5.- Recreando el pasado: Con el fin de entender cómo nuestro niño interior herido recrea sus necesidades insatisfechas y traumas sin resolver, tenemos que entender que la fuerza motivadora principal en nuestra vida es la emoción. Las emociones son el combustible que nos impulsan a defendernos y a satisfacer nuestras necesidades básicas.  Cuando no se nos ha permitido expresar nuestras emociones de duelo, de rabia de dolor, toda esta energía queda represada; pero llega un punto que como no ha sido manifestada de una manera saludable, se expresa en un comportamiento anormal. Que generalmente es, recreando precisamente la misma situación que vivimos de niños. Si vimos violencia en casa nos buscamos parejas que actúen igual. Esta es una de las maneras más devastadoras en las que nuestro niño herido interfiere en que nuestras vidas de adultos sean sanas y felices.

En estos casos las personas se hacen adictas a ciertas emociones específicas, atrayendo, creándose situaciones que les generen las mismas emociones negativas, pero conocidas. En algún momento haremos un programa completo de las adicciones en general.

Y esta recreación de la niñez no sólo es viviendo situaciones iguales, sino que seguimos tratando a nuestro niño interno de la misma manera en que fue tratado. Castigándonos, criticándonos, juzgándonos, desmereciéndonos.

6.- Creencias limitantes: De estas haremos un programa completo. Pero son todos los mensajes negativos, no nutritivos ni productivos que te dijeron o que escuchaste y, por supuesto te creíste; porque cuando somos pequeños lo que dice papá, mamá y cualquier figura de autoridad es santa palabra, cómo no creerles! Se trata de todas estas creencias que han evitado que tengas una vida sana, feliz y armoniosa.

7.- Miedo a la intimidad: Muchos adultos avanzan y retroceden entre el miedo al abandono y el miedo al involucrarse. Cuando un niño ha sido herido sea porque fue abusado, maltratado o ignorado, sus límites han sido violados y el pierde el sentido de sí mismo, no sabe quién es, no sabe dónde termina sus límites y comienzan los de los demás.  Una manera de que el individuo construya un sólido sentido de sí mismo es justamente desarrollando límites. Cuando sabe quién es, no necesita tener miedo a involucrarse. Y cuando tiene un sentido de valor propio y confianza en sí mismo, no tiene necesidad de sentir miedo al abandono.

8.- Comportamientos indisciplinados: Nos comportamos como niños malcriados, indisciplinados, con una vida desordenada.

9.- Comportamientos adictivos/compulsivos: Hablamos ya de las adicciones a emociones, que es algo interno. Las emociones en sí mismas son adictivas.

Ahora quiero hablarte del ser adicto a un elemento externo; hay expertos que dividen las conductas adictivas en: Actividades adictivas: Trabajo, sexo,  compras,  apuestas, inclusive actividades religiosas. La persona no enfrenta o siente sus emociones porque está distraído. El dinero es a lo que más comúnmente la gente se vuelve adicta.

Las adicciones cognitivas es una manera perfecta de evitar las emociones. Toda adicción tiene un componente mental, de estar en la mente, si estamos en la mente, se evita el sentir y se vuelve además en un comportamiento obsesivo.

10.- Distorsiones de pensamiento: Los niños requieren de ejemplos sanos para poder aprender a separar la emoción del pensamiento. Para pensar sobre las emociones y sentir sobre lo que se piensa. Los niños piensan egocéntricamente todo el tiempo. El egocentrismo es una condición natural de la niñez, no un signo de egoísmo. Egocentrismo es que todo tiene que ver con él.

Si mi papá no tiene tiempo para mí, debe haber algo malo conmigo. Los niños interpretan la mayoría de los abusos de esta manera.

11.- Vacío: En forma de apatía, depresión.

 

Tomado de: ÁMATE A TI MISMO, SANA TU VIDA (Louise L. Hay)

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