Pequeños: Concentración, profundidad.
Hundidos: Introversión, actitud reflexiva, selectiva, exigente e intensa.
Grandes: Emotividad y sensibilidad.
Rasgados: Gran potencial afectivo (cuando no es debido a la raza).
Redondos: Tendencia a la ingenuidad, el sentimiento de inseguridad y los temores infantiles.
Saltones: Propensión a exteriorizar emociones y pensamientos, necesidad de contacto y actitud dispersa.