¿Quieres mejorar tu autoestima?

Hoy quiero hablarte del poder de lo que sale de tu boca, de tus palabras, el poder de tus palabras. ¿Qué significa eso? ¿Te das cuenta de lo importante que son tus palabras, que importantes son tus pensamientos? Palabras, palabras… las usamos en todo momento y las soltamos casi sin pensar, la mitad de las veces ni siquiera sabemos lo que estamos diciendo, decimos cosas y no prestamos atención a las palabras que usamos.

De niños nos enseñaron gramática, nos enseñaron a elegir palabras según las reglas gramaticales, pero a Louise Hay siempre le han parecido que las reglas gramaticales siempre van cambiando, lo que es incorrecto en una época es correcto en otra. Lo que en una época se considera vulgar, pasa a ser en otra de uso común, pero lo que la gramática no toma en cuenta es el sentido de las palabras ni el efecto que tienen en nuestra vida.

¿De qué manera afecta en nuestra vida las palabras? A mí nunca me enseñaron en la escuela que la elección que yo hago de mis palabras tienen que ver con las experiencias que voy a tener en mi vida, nadie me dijo que mis pensamientos son creadores, que mis pensamiento van a (literalmente) dar forma a mi vida. Lo que yo doy, retorna a mí, y hemos de recordar que aquello de tratar a los demás como queráis que os traten a vosotros, no fue pensado para producir sentimiento de culpa, sino para enseñarnos una ley fundamental de la vida: lo que damos se nos devuelve.

Tú eres digno de ser amado/a, mereces el bien, y la vida está aquí para sustentarte. A muchos de nosotros nos decían nuestros padres que éramos estúpidos, tontos, feos, una molestia… que no servíamos para nada, algunas veces llegaban a decirnos que ojala no hubiéramos nacido y cosas parecidas. Esas palabras nos herían, y no sabíamos que éramos niños buenos, y que siendo niños buenos también adquiriríamos el hábito de decirnos esas mismas cosas y de tratarnos de igual manera.

Muchas veces hemos aceptado esos mensajes de la infancia, mensajes como “No existas, no existas” o un existe condicionado como por ejemplo “Comete toda la comida, limpia tu habitación, hazte la cama, y te amaré”, entonces te haces la idea de que eres aceptable si haces ciertas cosas, pero esa aceptación siempre está condicionada a otra cosa y no tiene nada que ver con tu profunda valía interior. Te haces la idea de que solo puedes existir si haces esas cosas y de que no tienes permiso para existir de otra manera.

Estos primeros mensajes contribuyen a nuestro dialogo interior, lo que hablamos con nosotros mismos. La forma que hablamos con nosotros mismos es muy importante, porque se convierte en la base de lo que luego decimos, dispone el ambiente mental en el cual actuamos y que atrae nuestras experiencias. Si nos menospreciamos, la vida nos va a significar muy poco, en cambio sí nos amamos y valoramos la vida será un regalo maravilloso ¡maravilloso!

En realidad, depende de nosotros. Cuando nuestra vida es desdichada o nos sentimos insatisfechos, nos resulta muy fácil culpar a nuestros padres o a los demás y decir que ellos tienen la culpa de todo, pero al hacer eso nos quedamos atascados en nuestros problemas. Esas palabras no nos van a atraer libertad ¿Cómo vamos a encontrar nuestro poder si hacemos eso? Recordemos que nuestro poder está en nuestras palabras.

Nuestro poder proviene de asumir la responsabilidad de nuestra vida, nuestras creencias dan forma a nuestra vida, por lo tanto necesitamos asumir la responsabilidad de nuestra vida, aquí y ahora. Y si de verdad queremos ser responsables de nuestra vida, tenemos que ser responsables de nuestra boca.

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Escrito por. Lousie Hay.

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